«La banca fue rescatada por todos los españoles; ahora pedimos a la banca que contribuya al rescate del sistema que mejor representa los intereses de todos los españoles: su sistema de Seguridad Social». Esta advertencia, hecha a principios de año por la comisión ejecutiva federal del PSOE, cada vez está más cerca de consumarse. La intención del Gobierno es aprobar una nueva tasa a las entidades que, de alcanzar el volumen anunciado hace meses, se llevaría en torno a un 10% de los beneficios conjuntos en nuestro país. En 2017, ganaron cerca de 9.000 millones sin tener en cuenta las pérdidas extraordinarias cosechadas por Popular para su saneamiento.
El objetivo, según la propuesta lanzada en enero por el partido hoy en La Moncloa, es recaudar unos 1.000 millones con el incremento del impuesto de Sociedades que pagan los bancos. De esta manera, teniendo en cuenta la contribución realizada por el sistema el año pasado, la factura fiscal se incrementaría un 31%.
Los principales banqueros presionaron la semana pasada al Gobierno de Pedro Sánchez para que evitara cualquier tentación de poner en marcha este tributo para pagar las pensiones. En unas jornadas organizadas por el Economista, los consejeros delegados de Santander, CaixaBank y Bankia -José Antonio Álvarez, Gonzalo Gortázar y José Sevilla, respectivamente- coincidieron en señalar que el sector «ya paga suficientes impuestos». La petición parece que ha caído en saco roto.